¿Quién es el Rosberg bueno?

Nico Rosberg pensaba que después de ganar un Mundial de Fórmula 1 querría otro, pero cuando lo consiguió se dio cuenta de que lo que más deseaba era marcharse a casa. El último piloto que plantó cara a Lewis Hamilton, el único que ha ganado a la gran estrella del automovilismo moderno en su plenitud, apenas ostentó el título de campeón durante unos días, los que transcurrieron entre el GP de Abu Dhabi de 2016 y su anuncio de retirada en París, antes de la gala de la FIA. La guerra psicológica en el garaje de Mercedes se llevó por delante al alemán después de batir a su compañero, por cinco puntos, con una defensa pírrica en el sprint final de la campaña.

Le bastaba con acabar segundo los últimos cuatro grandes premios y fue lo que hizo, aunque todos los ganó Hamilton. Contuvo al Verstappen más agresivo bajo el diluvio de Brasil y en la noche de Yas Marina y precisamente en este circuito dejó su último gran adelantamiento, al límite, saltando las chispas frente a Mad Max. Rosberg cimentó el título sobre dos rachas ganadoras: las cuatro primeras carreras del curso (Australia, Bahréin, China y Rusia) y las tres posteriores al parón de verano (Bélgica, Italia y Singapur). Desde el otro prisma, aprovechó el despiste inicial de su vecino de garaje, quien no tuvo tiempo de dar la vuelta a la situación aun ganando una carrera más que Nico.

Hamilton y Rosberg, amigos desde la infancia sobre ruedas, tenían orígenes contrapuestos. El británico, autoproclamado "primer campeón del mundo de la clase obrera" (obviando a demasiados que le precedieron), frente al hijo de Keke Rosberg, criado entre Mónaco e Ibiza. Entre los grandes pilotos de la Fórmula 1 contemporánea, a partir del reinado de Schumacher, la crítica internacional suele destacar a Hamilton, Vettel, Alonso o Raikkonen y tiende a olvidar a Nico Rosberg, a quien en sus primeros años de Williams se le reconocía con burla por el paddock como ‘Britney Spears’. Sin embargo, las cifras y la entidad del derrotado bien pueden situar al pequeño de los Rosberg entre los grandes o incluso compararle, cara a cara, con su padre. Un campeón de entreguerras frente a un superviviente, un tipo que brilló durante la etapa más peligrosa para ser piloto de F1. ¿Nico o Keke? ¿Quién es el Rosberg bueno?

Keijo Erik Rosberg, conocido como Keke, nacido Suecia pero de padres finlandeses, llegó relativamente tarde a la Fórmula 1. Destacó en la Fórmula 2 o la Fórmula Pacífico, pero no debutó en el Gran Circo hasta cumplir 29 años. El punto de inflexión fue su victoria con Theodore Racing en el BRDC Trophy, una prestigiosa carrera de F1 que no puntuaba para el campeonato y se celebraba en Silverstone. A partir de entonces su nombre sonó fuerte en el paddock, aunque vagó por escuderías de corte humilde como ATS, Wolf o Fittipaldi hasta que llegó la llamada de Williams en 1982.

Heredó el coche del vigente campeón, Alan Jones, y se hizo fuerte en una temporada atípica porque ningún piloto ganó más de dos carreras y la fiabilidad en general brilló por su ausencia. Keke Rosberg se proclamó campeón del mundo con un sólo triunfo (en Suiza), y otros cinco podios, en dieciséis eventos, mejores resultados generales que quienes le sucedían en la clasificación, Pironi (Ferrari) y Watson (McLaren). Rosberg padre compitió tres temporadas más para Williams, entonces con motor Honda, y ganó otras cuatro carreras (Mónaco, Dallas, Detroit y Adelaida). Se retiró en 1986 tras una última campaña en McLaren como compañero de Alain Prost, quien venció aquel Mundial.

Alargó su carrera profesional en la Resistencia y el DTM, donde compitió durante cuatro cursos, y a partir de entonces se estableció como propietario del equipo Rosberg en el campeonato alemán, que aún pervive como escuadra de Audi, y mánager de los pilotos finlandeses Mika Hakkinen y J. J. Lehto. Mas adelante guió los pasos de su hijo, pero con cautela, tal y como reconocía en una entrevista reciente: "Nunca se puede planificar que un hijo llegará a la F1, se necesita tanta suerte. Cuando el niño está en un kart no todo dependerá del talento. Yo le aconsejaba como padre, pero llegó el momento de apartarme y supe identificarlo. Ese fue mi mayor éxito, ni demasiado pronto ni demasiado tarde". Ahora tiene 71 años.

Nico Rosberg, que cumple 35 años el 27 de junio, nació apenas cinco días después de que su padre ganase el GP de Estados Unidos de 1985. Con doble nacionalidad finlandesa y alemana, vivió en Mónaco y se formó en el kárting francés e italiano. Entró en la órbita de BMW y eso le acercó progresivamente a Williams. Después de ganar la GP2, antesala de la Fórmula 1, en 2005, el hijo de Keke debutó en la Fórmula 1 con la escudería que hizo campeón a su padre. Allí pasó cuatro temporadas sin material para destacar, si bien logró dos podios en 2008. En 2010 fichó por el nuevo equipo Mercedes, que ponía en marcha una escudería desde Brackley con ADN germano, pues su compañero era Michael Schumacher, quien suspendía su jubilación para volver a las carreras. Suele recordar Nico que si en las tres temporadas siguientes no hubiera ganado al Kaiser, su etapa en el Gran Circo habría durado poco.

Las flechas de plata despegaron, aunque despacio, y en el GP de China de 2012 Rosberg logró su primera victoria. Llegaron dos más en 2013, de mucho prestigio (Mónaco y Gran Bretaña) y ya con Lewis Hamilton como compañero. A partir de 2014, con la F1 zambullida en su novedosa era híbrida, Nico se encontró con un coche superlativo y ganador y su palmarés se multiplicó de forma exponencial con dos subcampeonatos del mundo que precedieron a su corona en 2016. Hasta que dijo adiós de un día para otro, consumido por la presión para ganar a Hamilton, para dedicar más tiempo a su familia y poner en marcha su faceta de empresario, comentarista, Youtuber e influencer.

Aunque comparten apellido y títulos, las estadísticas son incomparables. Porque Keke Rosberg ganó cinco grandes premios en toda su carrera y Nico logró 23 triunfos, lo que le sitúa entre los quince pilotos con más victorias de todos los tiempos. Sucede igual en podios (17 vs. 57), poles (5 vs. 30) o incluso grandes premios disputados (114 contra 206). ¿Quién es el mejor de los dos? Se lo preguntó a ambos Martin Brundle, expiloto y habitual comentarista de Sky. Dijo Nico: "Nunca lo he visto de esa manera, he visto muchos de sus vídeos pilotando en aquella época y soy un aficionado de la F1 del pasado, ahora es diferente". Y Keke: "Es muy difícil comparar, nosotros íbamos al circuito con ocho personas y ellos llegan con 70. Eso antes no existía". No se mojan. Habrá que otorgar el beneficio de la duda.

No es habitual que el hijo de un campeón del mundo llegue a la Fórmula 1, pero tampoco una sorpresa. El automovilismo puede ser un deporte hereditario, la pasión sobre ruedas se transmite de generación en generación y, para qué engañarse, los descendientes de un vencedor tienen acceso a herramientas para iniciarse en la competición con buenos medios. Eso no garantiza llegar a la élite, ni siquiera una carrera profesional, aunque hay muchos apellidos que se repiten en el Gran Circo. Además de los Rosberg sólo hay otra saga de campeones, los Hill: Graham ganó dos Mundiales en los años 60 (y la Triple Corona) y Damon logró el título en 1996 con un registro de 22 victorias, números similares a los de Nico.

Gilles Villeneuve falleció en el GP de Bélgica de 1982 sin títulos, aunque considerado uno de los mejores pilotos de siempre. Su hijo Jacques ganó el Mundial de 1997 frente a Michael Schumacher, si bien su carrera fue irregular a partir de entonces. Nelson Piquet, tricampeón del mundo, asistió al paso fugaz de Nelsinho por la F1 como compañero de Fernando Alonso en Renault. Aunque al brasileño se le recordará más por el célebre Singapurgate, unos años más tarde se proclamó primer campeón de la Fórmula E. Michael Andretti, que ahora gestiona una escudería en la IndyCar, fue compañero de Ayrton Senna en McLaren y sucedió a su padre, el campeón de 1978 Mario Andretti. Y hubo más casos: Brabham, Nakajima, Fittipaldi… hasta llegar al más llamativo de los recientes, Jos y Max Verstappen.



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